La mùsica me lleva
La mùsica me lleva y yo me dejo llevar, esto
ha durado demasiado tiempo, demasiados
años, sin embargo, todo continùa como la primera
vez. El ritmo, la musicalidad de la poesìa nos puede,
con todo. La bella que està entre mis brazos (en una suerte de
presente històrico) tiembla como una hoja, respira
fuertemente, mientras me pregunta si està excitada o
simplemente
respira mal o algo por el estilo.
La pista està llena, mientras el cantor o cantante
se obstina en la melodramàtica letra, con su voz bàsicamente aguardentosa,
àspera. esto no es todo: la pista està llena hasta las pelotas, no nos movemos
mucho, no queda otra que franelear a màs no poder y mutua, recìprocamente
excitarnos, incitarnos, invitarnos al orgasmo.
Invitaciòn al orgasmo (buen tìtulo) al silogismo del orgasmo
Sade mediante, Paz Octavio mediante (si mal o bien no recuerdo).
La mùsica me lleva y me dejo llevar: la mùsica del verso, la musicalidad, el
ritmo, la "sonidad" del vals, como dijo el presentador o locutor, en medio de
la pista, para amenizar la velada
nos tomàbamos unos buenos copetines
nos bailàbamos unos hermosos tangos
y milongas y criollos valses, en criollo.
El argentino es guapo y vivo. Vivaz, vivaracho.
Astuto hasta decir basta, como una suerte de Odiseo redivivo
construye sus caballos de madera
para entrar en la ciudad sitiada
mientras los troyanos se enfiestan
y luego caen dormidos.
La melodìa me lleva y yo me dejo llevar por ella.
Años tardè en lograr eso: al comienzo yo pretendìa usar a la Poesìa
pero ahora me dejo hablar por ella, soy pensado por ella, ella me mueve,
no el dinero, no la actualidad, no la novedad, las habladurìas
Heidegger mediante
Ser y Tiempo mediante.
Los violines me llevan, me pueden, los
bandoneones, el piano, el comedor, el dientudo, el contra
bajo, me dejo penetrar, compenetrar, mientras las làgrimas
ruedan y soy aplastado afortunadamente por ellas.
Me lleva la mùsica, la armonìa, la policromìa dulce
del arrabal suburbiero, el microcentro profundo, Corrientes y
Esmeralda, digamos, donde (una noche) nos premiaron despuès de
bailar durante horas, horas enteras, bajo la noche
tachonada de estrellas.
Mientras tenìa a la hermosa aquella entre mis brazos
y la orquesta se desfogaba y el cantor teatralmente se
angustiaba, glorioso y gallardo, acaso para siempre o
para nunca, en hermoso encabalgamientos.
Me dejaba llevar por aquel ambiente
en soberbios suburbios imaginarios.
Despuès,
rumbeàbamos hacia abyectos hoteles
en los que nos enloquecìamos mutuamente
hasta llegar al dulce relàmpago del orgasmo
que nos volvìa locos de dicha
borrachos de placer
ebrios de deseos
sabiamente insatisfechos
aquel lìquido viscoso y caliente
nos volvìa locos de dicha
mientras me mirabas para siempre a los ojos
y sonreìas
Me dejaba llevar por tu amor
me dejaba llevar
entreverados entre las demàs parejas
que llenaban el salòn, la pista
como si nos estuvieran filmando
para una ficciòn
o acaso un documental
de Tango
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