domingo, 23 de marzo de 2025

automàtico soneto nùmero 2023

 se trata de una cebolla cristalina cuyo objetivo es evidentemente

no otro que hacerme llorar a mares, a chorros; la otra noche, hice el
amor con la dicha cebolla y largaba làgrimas de esperma y sangre, o
sea semillas, o sea remolacha y familias y amor y èxitos tumultuosos y

varios; la dicha cebolla terminò siendo mi señora esposa y tuvimos unos
cuantos hijos llamados cebollitas que se dedican a patear la pelota en grandes
canchas de bochas o foot ball, patean cabezas de enemigos atàvicamente, corta
zarianamente, creo, o son pateados de vez en cuando en el trasero, por pelotudos,

justamente; por las noches, hacemos el amor con mi señora cebolla mientras los
cebollitas duermen: se acuestan temprano para ir ìdem a la escuela donde aprenden
grandes lecciones de crìmenes, asesinatos varios agravados o atenuados, adulterios,

incestos que no configuran delito porque son cuestiones de orden netamente privado, si
hay consentimiento o son mayores no hay ningùn problema, no es pecado ni pescado ni
nada que se le parezca, amo a mi cebolla y a mis cebollitas, amo a mi ama, de casa y llaves.

Soneto automàtico nùmero 102

 como en un paisaje desolado de àcida lluvia, o estomacal acidez,

como en un àmbito onìrico y fantasmal, como devenido apocalìptico o
antediluviano, como si se tratara de una de esas pelìculas en negro y blanco,
que solìan pasar en los cines de barrio mientras las parejas se abrazaban y besaban

como en espacios que se derriten o son socavados o minados agujereados como un queso
perforados como paredes en las que hay que meter un tarugo y luego atornillar o enloquecer
en esos lugares descascarados y cuyos objetos se pudren lentamente como cuando algunos
suelen afirmar en forma absolutamente irresponsable: "hay que pudrirla toda"

en esas necròpolis o sementerios poblados por millones de cadàveres agusanados
y a los cuales acuden raudamente legistas mèdicos y batallones de microbios voladores
con monumentos mausoleos ecuestres estatuas bustos Gardel y Lepera, Antonio Gasalla

esos calientes paisajes que se caen a pedazos y las mujeres juntan esos añicos con
grandes cucharas plateadas y grandes cacerolas abolladas e incluso hacen el amor
entre las tumbas durante las noches los muertos se aman en grandes orgìas sonàmbulas

poesia taller caballito 2025 domingos 49034485

 Material en el sentido de concreto, no abstracto

como ciertos poemas que detesto franca y cordialmente
por lo abstracto que son: del tiempo de la militar dictadura
poemas metafìsicos, sentimentales, en fin: abstractos.

En ese sentido, prefiero el materialismo nerudiano
incluso en los 100 sonetos amorosos, el tipo permanece atado a lo
material, Dialèctica hegelo marxista mediante, PC mediante,
pero siempre està lo matèrico, las cosas hechas por el hombre o la mujer.

Ni hablar en las elementales odas que como odaliscas van
desenroscando lo matèrico material, lo corpòreo corporal; parecerìa
que Neruda destestaba las frìas abstracciones, las entelequias, desde el

comienzo de su obra de obrero poemàtico se ve eso, se siente eso: la
presencia de las sustancias, de los elementos, los cotidianos objetos, la
cotidiana como ahora se estila o acostumbra decir, lo, en definitiva, concreto.

profesor particular literatura y baile tango Caballito 49034485

 Todo ha terminado acaso para siempre:

la muerte me espera a la vuelta de la esquina
tengo toda la muerte x delante y x detràs.

Esto no es todo, x ahora: la maldita vejez y sus achaques
las minas increiblemente hermosas que no te llevan el apunte
no te dan ni 5 de bolilla, pelota
en fin, no me prestan
ni 2 segundos de su amable y distinguible atenciòn
mientras observan o hablan por su telèfono celular, miran
toda clase de efìmeros videitos que se repiten una y 1000 veces
o en su defecto escuchan la bazofia musical
que tambièn repite un ritmo alienante y enloquecedor
supuestamente alegre y popular llàmese cumbia reggaeton cuarteto
y sus variantes màs o menos ligeras
que desconozco totalmente

la vejez y sus malditos o fucking achaques, enfermedades varias:
dolor de cintura o de estòmago, ayunar, comer poco y bien, en lo posible
no masturbarse por las noches o durante la siesta de forma plenamente compulsiva
orinar dentro del tarro (sentarse si es posible para no pifiarle)
las minas ni se mosquean, ni hablar de eyacularles piropos (eso està prohibido, se
considera callejero acoso, un gènero ciertamente en vìas de extinciòn el antiguo piropo)

ni bien me ven, de inmediato miran para otro lado o hacia el piso,
dan vuelta la cara en un evidente corte de rostro o incluso
en el peor de los casos
ponen cara de asco, de
repulsiòn.

Estos son los avatares y desventuras
del verde viejo.

Entonces, me pongo a recordar los viejos tiempos
los buenos viejos tiempos
en que levantaba minas a diestra y siniestra
en los bailes, las milongas
no dejaba tìtere con cabeza
volteaba muñecas que daba miedo
tenìa ergo quilombos varios
con minas y tipos
que me increpaban por las calles
o simplemente me querìan trompear

Tiempos aquellos!

Bailaba tango y otros ritmos como rock
pero especialmente el tango
durante noches enteras
durante dìas enteros
desde la mañana hasta altas horas de la noche
hasta que las velas no ardìan
o hasta que se me quemaban las pestañas
incluso me pasaba de ir con una hermosa al hotel màs cercano
y luego de un par de horas
volver a la milonga

el sexo es infinito
y la juventud tiene una potencia sin igual
arrolladora

y bailaba durante dìas enteros
sobre todo durante las vacaciones de verano
por el solo gusto de hacerlo
o a veces a cambio de unos mangos, monedas, billetes

exhibiciones de baile, clases grupales y privadas, shows (show time!)
exhibiciones en fiestas de casamiento o en aniversarios
o en cumpleaños de 15

viajes en trenes, en colectivo, en subte, en taxis o en remise

copetines, brebajes, copas, tragos varios

en salones llenos de humo de cigarrillo

y luego a dormir en alguna parte
para descansar de esa vida bohemia y nòmade


hoy recuerdo aquellos tiempos en que era feliz sin saberlo
y mi juventud se desenroscaba y destejìa
en sagaces movimientos
inquietantes pasos
doradas figuras
borroneadas por el tiempo

sentado en el balcòn recuerdo aquellos tiempos
en que esto mismo solo era una letra de tango

taller poesia erotica Caballito domingos

 Relaciones absolutamente ambivalentes (al decir de Freud, Sigmund) eran las que

tenìa con la famosa Liliana Judith Q. (por razones obviamente evidentes
y para evitar, dentro de lo posible, probables procesos legales, penales)

Ardientemente me atraìa su atractiva figura
pero su manera de ser (moral, èticamente hablando) me parecìa francamente
detestable, no soportaba
verla comer sola, deglutir ruidosamente, sorber y absorber a grandes y estruendosos
sorbos
toda clase de bebidas, brebajes, alcohòlicos o no.

Y como condiciòn ineludible para la concurrencia al hotel màs cercano
a los efectos de hacernos mutuamente el amor, sorbernos y absorbernos, chuparnos
recìprocamente etc. parecìa poner, oponer, como requisito previo e infalible
la concurrencia a la parrilla màs cercana (sita en en Avenida Diaz Velez y Acoyte, de esta
(y este) Capital, para màs datos,
donde procedìa a cortar y masticar en lenta càmara, grandes trozos
de carne, llena de esos condimentos que suelen aderezar en estos gastronòmicos
sitios. Luego,

con todos estos sabrosos aromas en su boca esplèndida
(a què negarlo: era una bocota para comerla toda a besos, roja y perfecta, modèlica)
nos dirigìamos caminando al hotel màs cercano
sito en un pasaje a la vuelta y casi enfrente de una estaciòn de servicio
con su olor a nafta, aguarràs etc.

Allì hacìamos el amor.

Su cuerpo era opulento y magnànimo
de grandes pechos llenos de sabrosa leche materna
que ansiosamente esperan ser chupados y succionados a màs no poder
hasta el final: era una lady de
grandes gemidos que llenaban todo el espacio del hotel
y no exagero, no es hipèrbole: estoy seguro que se
podìan escuchar
a varias cuadras a la redonda
en medio de la noche y su silencio de sàbado.

Recuerdo exactamente como me gustaba chupar aquella boca roja y perfecta
aquellos senos grandes y puntiagudos
aquellos vaginales labios
aquellos clìtoris
aquella vulva
lejana en el tiempo
y que me genera una total nostalgia

en efecto, extraño aquella extraña mujer que me generaba
ambivalencias y ambigüedades varias
dignas de Catulo
Horacio
Freud
et toutes les autres
sin ir màs lejos ni cerca.

Despuès a dormir a su casa
ubicada al fondo de una inmobiliaria de Caballito
en la que procuraba ella vender o alquilar
toda clase de propiedades
durante la semana
y en la cual a veces cenàbamos allì
suculentas empanadas de carne, pollo, jamòn y queso etc.
que dejaban el ambiente impregnado de acres
aromas
y luego dormìamos en los grandes colchones
o en la habitaciòn o cuartito del fondo
repleto de toda clase de libros de poemas
primeras ediciones incluso
o acerca de otros temas como reiki, marxismo, acupuntura, programaciòn
neurolingüìstica, counseling, psicologìa genètica y
similares.

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 Por aquel entonces, el amor adoptaba formas decididamente lascivas

que paso a tallar con todo detalle: òsculos memorables de toda laya y prez;
se plasmaba
en ardientes besos grandemente salivales: todo eso fluìa en forma de viscosos
fluidos de toda especie, gelatinosos, entre otras formas:
abrazos, grandes abrazos mutuos y nuevamente ardientes
(como si no existieran, acaso, otros adjetivos)
mordiscos incluso
incluso amorosos cachetazos depravados
y grandes y largos juegos sinuosos y absolutamente perversos
bàsicamente lujuriosos
llenos de fuego,
fuego y menstrual sangre lunar, lunàtica.

Esos amorosos lìquidos extraidos del cuerpo
con sus penetrantes aromas
entremezclados con perfumes y almizcles ciertamente baudelarianos
me importaban un bledo
3 carajos
un ràbano
un pepino

por el contrario,

esos olores corporales me volvìan loco de dicha, loco
de remate, al punto tal que

se plasmaba, por otra parte, en formas tentaculares
como si se tratara del monstruo de Victor Hugo
en los Trabajadores del Mar
el cèlebre alegremente Kraken
el azul unicornio que en cartas dirigidas a la familia
tanto ansiaba Manucho para su novela homònima

ese unicornio estaba parado en el gran comedor familiar
frente al Rìo de la Plata y al Hipòdromo de Palermo
esa carta estaba aplastada por un vidrio
pero se leìa perfectamente, sin ninguna clase de
inconveniente.

Y esto no era todo, decididamente: ademàs,
eran como grandes falos propuestos a la mirada del pùblico
lector. Pero no nos vayamos por las ramas y volvamos al centro de
nuestro poema: como iba diciendo, el amor adquirìa las siguientes formas
màs o menos vagamente siniestras, o no (todo da lo mismo, todo vale)
pero totalmente legìtimas: juegos

àvidamente sadomasoquistas y plenamente perversos (de mutuo acuerdo, eso sì)
consistentes en amordazar, vendar ojos, encintar con cinta adhesiva a la cama o
alrededor de una camilla, como una suerte de egipcia momia cinematogràfica, digamos

jolibudense. Cinturones, fetichismo abstracto, stilletos, botas bucaneras de grandes altos
tacos (para ser clavados en la pantalla del televisor o la computadora) largos guantes negros
(dedos cerrados) de lycra o terciopelo o en su defecto, rojos, rojos
a màs no poder, como una llama, una llamarada sangrienta, màs o menos cruel, crudelìsima.

Y luego el agotamiento total, quedarnos dormidos como 2 tortolitos,
desnudos y abrazados, en medio de la noche.
en medio de las sàbanas,
en medio de la habitaciòn deshabitada
de blancas paredes descascaradas
y repletas de grafittis.

Bajo los grandes espejos enmohecidos que reflejaban
aquella desnudez, aquel abrazo.

Y dejarse llevar por la Palabra
o mirar por la ventana el Palacio de los Juegos, justo enfrente
o mirar aburridos pornogràficos videos
tan aburridores y monòtonos
como el Marquès de Sade.

Cuantas desnudas parejas pasaron por aquellas hoteleras habitaciones,
aquellos cuartos desconchados
aquella piezas lujuriosas y violentas
llenas de gemidos y abismos varios
llenas de aullidos e imàgenes eròticas
bellamente obscenas
como si se tratara de una teatral escena
como un recòndito escenario nocturno.

Ahora, yo creo que este poema no da para màs
y por eso lo dejo aquì
porque ademàs en algùn momento hay que parar
dejar de escribir

escribir cansa

Pavese mediante

taller poesia sabados domingos 2025

 es extraño pero con ella no recuerdo el amor en la cama

sino ciertos paseos por arbolados barrios residenciales
en las tardes del domingo porteñero y letal

largas caminatas tomados de la mano por grandes avenidas
durante las noches, mientras ardientemente nos besàbamos en la boca
y cerràbamos los ojos o nos miràbamos loca o tenuemente hipnotizados

o los grandes recitales de poesìa los viernes o los sàbados por la noche
mientras otra vez nos besàbamos ardientemente para bronca de los otros
se nos hacìa agua la boca, compartìamos nuestras salivales glàndulas
y todo aquello que, de pronto, emergìa de nuestros mutuales cuerpos

esto no fue todo: los coitos compartidos en los sòrdidos y lùgubres hoteles
las cenas en los bodegones màs infectos y guturales
o en las parrillas màs concurridas de Urquiza o Villa Pueyrredòn, por ahì cerca
los abrazos en los bailes repletos de bailarines como una manifestaciòn o Cannas