miércoles, 31 de enero de 2024

profesor particular lengua y poesia 1537704979

 POEMA MILONGA NUMERO 8


Te invito a que dejes de usar ese peyorativo mote, me
dijo Adolfo: me encantò su frase pero tambièn me seducìa
jugar al antiheroe, el mito del fracaso, escritor
fracasado, Arlt mediante.

Estaba totalmente decidido a denunciar
arbitrariedades, encubrimientos, impunidades varias,
pero sabìa que eso no llevarìa a nada:
todo relato se dirige hacia el pasado
pero tambièn pronostica.

Y perfectamente sabìa por experiencia propia
que toda denuncia, incluso anònima, produce
represalias determinadas: focalizan en el denunciante y
presunta vìctima: cadenas de

encubrimientos, complicidades varias, y no obstante,
deseaba con todo mi ser denunciar a los impunes,
a los hijos de puta (no de otra forma cabe llamarlos)
a los efectos o al solo objeto
de estar tranqui o tranca
con mi conciencia.

Lo fantasmàtico me podìa, especialmente
los fines de semana o durante
las vacaciones de invierno o verano: como ahora mismo: hace
un calor intolerablemente insoportable: redundancia y desviaciòn
segùn Cohen
hacen fundamentalmente a la
experiencia, la aventura poètica.

Sì, lo fantasmàtico o como diablos se llame, me
podìa molto, los fines de semana, o durante las vacaciones
como ahora mismo en que procuro deletrear este confuso
este endiablado poema sin poesìa alguna.

Todas las vacaciones habìa estado elucubrando
esa pavada total que, ademàs, obviamente, no conduce a
ninguna parte, absolutamente.

Pero no podìa pensar en otra cosa, excepto, imàgenes del pasado
o en el Microcentro profundo: estafas varias, pistas de baile repletas,
llenas de parejas mimosas y, en la barra, admiradores profundamente coquetos;

copetines varios, mientras contemplamos a las fèminas danzantes
con los ojos cerrados, respirando profundo
al oido del bailarìn de turno: en aquella època,

podìamos franelear a las bellas de lo lindo: nadie nos decìa nada, si
a la hermosa en cuestiòn no le gustaba el asunto, bueno, ella
sutilmente, mediante sutiles chamuyos, te fletaba o sino
hàbilmente establecìa distancia razonable, lo llamaban
bailar abierto, què idiotez, a nosotros nos
gustaba bailar apretados, milonguero que le decìan, aunque màs
bien era
un estilo de confiterìa bailable remanente en los 90
pero que hacìa furor ya en los 2000
como si no existieran
el tango salòn
y el tango nuevo, Gustavo Naveira
mediante,
Fabiàn Salas, mediante.

Yo me quedè en medio del camino, totalmente
rezagado.

 POEMA MILONGA NUMERO 9


Te invito a que dejes de usar ese peyorativo mote, me
dijo Adolfo: me encantò su frase pero tambièn me seducìa
jugar al antiheroe, el mito del fracaso, escritor
fracasado, Arlt mediante.

Estaba totalmente decidido a denunciar
arbitrariedades, encubrimientos, impunidades varias,
pero sabìa que eso no llevarìa a nada:
todo relato se dirige hacia el pasado
pero tambièn pronostica.

Y perfectamente sabìa por experiencia propia
que toda denuncia, incluso anònima, produce
represalias determinadas: focalizan en el denunciante y
presunta vìctima: cadenas de

encubrimientos, complicidades varias, y no obstante,
deseaba con todo mi ser denunciar a los impunes,
a los hijos de puta (no de otra forma cabe llamarlos)
a los efectos o al solo objeto
de estar tranqui o tranca
con mi conciencia.

Lo fantasmàtico me podìa, especialmente
los fines de semana o durante
las vacaciones de invierno o verano: como ahora mismo: hace
un calor intolerablemente insoportable: redundancia y desviaciòn
segùn Cohen
hacen fundamentalmente a la
experiencia, la aventura poètica.

Sì, lo fantasmàtico o como diablos se llame, me
podìa molto, los fines de semana, o durante las vacaciones
como ahora mismo en que procuro deletrear este confuso
este endiablado poema sin poesìa alguna.

Todas las vacaciones habìa estado elucubrando
esa pavada total que, ademàs, obviamente, no conduce a
ninguna parte, absolutamente.

Pero no podìa pensar en otra cosa, excepto, imàgenes del pasado
o en el Microcentro profundo: estafas varias, pistas de baile repletas,
llenas de parejas mimosas y, en la barra, admiradores profundamente coquetos;

copetines varios, mientras contemplamos a las fèminas danzantes
con los ojos cerrados, respirando profundo
al oido del bailarìn de turno: en aquella època,

podìamos franelear a las bellas de lo lindo: nadie nos decìa nada, si
a la hermosa en cuestiòn no le gustaba el asunto, bueno, ella
sutilmente, mediante sutiles chamuyos, te fletaba o sino
hàbilmente establecìa distancia razonable, lo llamaban
bailar abierto, què idiotez, a nosotros nos
gustaba bailar apretados, milonguero que le decìan, aunque màs
bien era
un estilo de confiterìa bailable remanente en los 90
pero que hacìa furor ya en los 2000
como si no existieran
el tango salòn
y el tango nuevo, Gustavo Naveira
mediante,
Fabiàn Salas, mediante.

Yo me quedè en medio del camino, totalmente
rezagado.

cursos poesia narrativa Caballito 2024

 Poema milonguero nùmero 8


No importa que te hayan sumariado injustamente,
ni que hayas recibido un perjuicio patrimonial (sumamente exiguo, por otro lado): 
cumpliste con lo que te dictaba tu conciencia y tu buena fe (Sartre mediante)
cumpliste incluso (a rajatabla) con lo que prescribe la norma legal.

Pensàs que el sistema està podrido en la base,
putrefacto en la raìz; te dijeron que tenìas que ser realista, y no tan idealista:
el mismo que te dijo eso te garcò (para hablar mal y pronto).

Todos esos pocos a los que ofreciste tu confianza
te cagaron mal, llegado el momento: justamente te cagaron porque
les diste tu confianza, tu informaciòn, justamente por eso: si no les hubieras dado
eso: còmo podrìan haberte traicionado entonces?

Conclusiòn: no hay que darle confianza a nadie, o al menos no a cualquiera,
a quien no conocès.

No intimes con nadie, parece le dijo el Faraòn a su hijo: no sirve para nada.
Al menos, eso decìa la enciclopedia, un tomo arrojado a la calle, a la plaza,
pues ya nadie lo compra, no lo quieren ni regalado, acaso ocupa demasiado 
lugar, el saber.

No importa que te hayan sumariado, el problema, eso sì, es que te han ensuciado
justamente ese era el objetivo del sumario fraguado con 
falsos testimonios, aprietes, coacciones varias (en el horario de salida del
establecimiento) amenazas mùltiples.

El tema es que algunos se lo creen: crees que acosaste, que estuviste loco de
remate, chiflado de atar, patologizan evidentemente, psiquiatrizan, entonces:

para què carajos se la pasan hablando de la violencia de gènero?
si cuando hay un caso concreto de maltrato laboral
no hacen absolutamente nada
o lo que hacen es focalizar sobre el denunciante y vìctima,
arman sumarios truchos con pruebas amañadas, todos 
entongados en una cadena de encubrimiento, espirales
de silencios, secretos a voces?

No importa, mediante el poema narrativo delirante 
procuro ordenar lo real
o al menos mi mente
perforada por recuerdos varios no etiquetados.

Malas experiencias, errores varios: el Negro Juan Carlos me dijo hace ya
màs de 20 años: cada vez que abris la boca, hace de cuenta
que te estàs metiendo un palo en el orto.

Tengo que aprender a callarme la boca
y a no escribir pelotudeces
de lo contrario, me voy a comer 
otro sumario,
al pedo.

Con riesgo de perder mi trabajo
y de què carajo voy a vivir entonces?

Sin embargo, segùn parece
tengo una compulsiòn irresistible a 
denunciar presuntas injusticias, agravios, infracciones varias,
sin resultado alguno porque suele no haber evidencia alguna:
los supuestos testigos no recuerdan absolutamente nada:
no vieron nada, no oyeron nada de nada.

Entran por una puerta y salen por otra: puertas giratorias
que le llaman.

Empero, pienso denunciar a directivos que se niegan a hacer el acta
correspondiente o solicitada, a los efectos (obviamente!)
que no exista registro alguno de los hechos 
pero
de todas maneras, què susto (por no decir "cagazo") se pegaban:
me encantaba el factor sorpresa, lo inesperado, el poder
de lo totalmente imprevisible:
lo acontecimiental que de golpe o de pronto les cae 
como si les cayera el techo o el cielo encima
de repente, se les abriera el suelo bajo los pies, el piso
sagazmente serruchado, el derecho ìdem, la cancha supuestamente marcada
segùn ellos.

El goce de lo inesperado, el regodearse en lo imprevisto
como una especie de espada de Damocles
o algo por el estilo.

Durò años el asunto en cuestiòn pero ya ha pasado,
segùn mi gomìa Walter
pero sus efectos, especialmente psìquicos, paranormales, fantasmàticos,
no siguen persistiendo a todo lo largo del tiempo?

Todo esto me importa
un reverendo o soberano bledo:
yo escucho la Primera Sinfonìa de Beethoven
mientras me como una banana brasileña en la tarde tòrrida
y en virtud de lo anteriormente escrito màs arriba o
ut supra
me olvido del calor infernal (39 grados de sensaciòn tèrmica
nos indica gratuitamente el noticiero televisivo) 
y de ciertas formas del pasado reciente o lejano
o las recuerdo levemente 
levemente ordeno mi cabeza
a los efectos de no volverme loco de atar
chiflado de  
remate.

poesia narrativa sabados domingos Caballito 49034485

 Poema milonguero nùmero 8


No importa que te hayan sumariado injustamente,
ni que hayas recibido un perjuicio patrimonial (sumamente exiguo, por otro lado): 
cumpliste con lo que te dictaba tu conciencia y tu buena fe (Sartre mediante)
cumpliste incluso (a rajatabla) con lo que prescribe la norma legal.

Pensàs que el sistema està podrido en la base,
putrefacto en la raìz; te dijeron que tenìas que ser realista, y no tan idealista:
el mismo que te dijo eso te garcò (para hablar mal y pronto).

Todos esos pocos a los que ofreciste tu confianza
te cagaron mal, llegado el momento: justamente te cagaron porque
les diste tu confianza, tu informaciòn, justamente por eso: si no les hubieras dado
eso: còmo podrìan haberte traicionado entonces?

Conclusiòn: no hay que darle confianza a nadie, o al menos no a cualquiera,
a quien no conocès.

No intimes con nadie, parece le dijo el Faraòn a su hijo: no sirve para nada.
Al menos, eso decìa la enciclopedia, un tomo arrojado a la calle, a la plaza,
pues ya nadie lo compra, no lo quieren ni regalado, acaso ocupa demasiado 
lugar, el saber.

No importa que te hayan sumariado, el problema, eso sì, es que te han ensuciado
justamente ese era el objetivo del sumario fraguado con 
falsos testimonios, aprietes, coacciones varias (en el horario de salida del
establecimiento) amenazas mùltiples.

El tema es que algunos se lo creen: crees que acosaste, que estuviste loco de
remate, chiflado de atar, patologizan evidentemente, psiquiatrizan, entonces:

para què carajos se la pasan hablando de la violencia de gènero?
si cuando hay un caso concreto de maltrato laboral
no hacen absolutamente nada
o lo que hacen es focalizar sobre el denunciante y vìctima,
arman sumarios truchos con pruebas amañadas, todos 
entongados en una cadena de encubrimiento, espirales
de silencios, secretos a voces?

No importa, mediante el poema narrativo delirante 
procuro ordenar lo real
o al menos mi mente
perforada por recuerdos varios no etiquetados.

Malas experiencias, errores varios: el Negro Juan Carlos me dijo hace ya
màs de 20 años: cada vez que abris la boca, hace de cuenta
que te estàs metiendo un palo en el orto.

Tengo que aprender a callarme la boca
y a no escribir pelotudeces
de lo contrario, me voy a comer 
otro sumario,
al pedo.

Con riesgo de perder mi trabajo
y de què carajo voy a vivir entonces?

Sin embargo, segùn parece
tengo una compulsiòn irresistible a 
denunciar presuntas injusticias, agravios, infracciones varias,
sin resultado alguno porque suele no haber evidencia alguna:
los supuestos testigos no recuerdan absolutamente nada:
no vieron nada, no oyeron nada de nada.

Entran por una puerta y salen por otra: puertas giratorias
que le llaman.

Empero, pienso denunciar a directivos que se niegan a hacer el acta
correspondiente o solicitada, a los efectos (obviamente!)
que no exista registro alguno de los hechos 
pero
de todas maneras, què susto (por no decir "cagazo") se pegaban:
me encantaba el factor sorpresa, lo inesperado, el poder
de lo totalmente imprevisible:
lo acontecimiental que de golpe o de pronto les cae 
como si les cayera el techo o el cielo encima
de repente, se les abriera el suelo bajo los pies, el piso
sagazmente serruchado, el derecho ìdem, la cancha supuestamente marcada
segùn ellos.

El goce de lo inesperado, el regodearse en lo imprevisto
como una especie de espada de Damocles
o algo por el estilo.

Durò años el asunto en cuestiòn pero ya ha pasado,
segùn mi gomìa Walter
pero sus efectos, especialmente psìquicos, paranormales, fantasmàticos,
no siguen persistiendo a todo lo largo del tiempo?

Todo esto me importa
un reverendo o soberano bledo:
yo escucho la Primera Sinfonìa de Beethoven
mientras me como una banana brasileña en la tarde tòrrida
y en virtud de lo anteriormente escrito màs arriba o
ut supra
me olvido del calor infernal (39 grados de sensaciòn tèrmica
nos indica gratuitamente el noticiero televisivo) 
y de ciertas formas del pasado reciente o lejano
o las recuerdo levemente 
levemente ordeno mi cabeza
a los efectos de no volverme loco de atar
chiflado de  
remate.

martes, 30 de enero de 2024

taller poesia domingos Caballito

 El antiheroe dormido


Te durmieron inexorablemente de un cross
arltiano a la mandìbula, dormiste, te descansaron
fatal y crudamente.

No pudiste rescatarte, craneabas ser un hèroe
y solo fuiste un antiheroe, condenado a escuchar
toda clases de idioteces; solo te salvaba

oir por las tardes de calor infernal
a Ludwig Van Beethoven
(bitjoven pronunciaba el sudafricano).

Què diablos hacer en las tardes de tòrrido calor aporteñado
sino escribir apoemas, pseudo poemas, o como diablos
quieran llamarse.

Sin signos de exclamaciòn, por favor, sin ènfasis
alguno. 

Era una noche de Palermo muy cerca del famoso 
Varela Varelita, estàbamos con Milena B. por entonces mi novia
y el anciano Esteban (escribo anciano por no escribir viejo:
el viejo milonguero, el milonguero viejo, como el Tango
de Carlos Di Sarli).

Tomando un helado en medio de la noche
y el viejo decìa que la habìa pasado mejor con nosotros
que si hubiera ido a milonguear, que no fue aquella noche
palermitana, yo tenìa la mala costumbre de invitar los copetines, claro,

venìa de cobrar, pero tenìa ese estùpido hàbito
de patinarme la guita como si fuera millonario
o algo por el estilo: si todos me conocìan como un

poligriyo, un ratòn de biblioteca, un bohemio o algo peor;
asì que despuès de bailar ìbamos a tomar algo
y a intercambiar toda clase de chismes y toda clase de sandeces

como si la juventud fuera eterna
como si el dinero fuera a durar toda la vida
como si nos sobrara el tiempo.

Una noche, casi cago a trompadas a Miguel C., un desagra
decido: casi me manda al frente con Milena, en cuanto a mis amorìos
o romances por izquierda: mi novela adulterina con Valeria B.
ya venìa durando màs de 1 año, mientras
tanto, yo continuaba enfrascado en la lectura de Reflexiones sobre
la Violencia, de George Sorel.

La frecuencia inusitada con la cual asistìamos a transitorios
albergues, iba minando nuestras respectivas finanzas:
no ahorràbamos absolutamente nada, plata que entraba zas
se gastaba indefectiblemente cenando

afuera, asistiendo a los màs coquetos salones de baile y confiterìas cèntricas
hasta altas horas de la noche, o sino 
enroscados en el tango, los ojos cerrados, entornados, semiabiertos
o simplemente en blanco
como si no se tratara de la cotidiana vida
sino de un novelòn soporìfero del
Marquès de Sade o
algùn trìptico de Henry
Miller.

Nuestras mutuas haciendas, estùpidamente socavadas por la viciosa
asistencia diaria y nocturna a las matineès danzantes 
por lo general en el centro de la ciudad, y la concurrencia estrepitosa
a los hoteles màs sòrdidos de la misma city 
hacìan de nosotros dos
dos tortolitos en ciernes, dos medias naranjas
ya exprimidas y abandonadas
al medio de la calle.

Ello asì, para no hablar de los baqueteados rostros y cuerpos:
una panza que no me ha abandonado jamàs desde entonces
a causa de la vida francamente libertina que llevaba;
el fantasma de la prostituciòn:

fantasìas homosexuales
deseos incestuosos
fantasìas masturbatorias, masturbacionales

todo eso coadyubaba para destruir de raìz la pareja
y màs aùn teniendo en cuenta el dicho adulterio 
que ya llevaba màs de un año (de hecho, jamàs fui al cumpleaños
de mi novia digamos oficial: me entrenaba sistemàticamente 
en el ejercicio de la estupidez absoluta, idiotez moral que
consiste en negar la existencia de todos los otros sujetos
en una especie de solipsismo a ultranza
que no conducìa a ninguna parte
y que lògicamente producìa
los peores efectos colaterales:

me negaban el saludo
o me saludaban de malìsima gana: era inùtil que los denunciara
entonces 
por discriminaciòn: no existìa evidencia alguna
y de pronto o
de golpe
todo volvìa a recomenzar como en una especie de cìrculo vicioso
que bàsicamente tendìa a volverme loco de remate:

y todo ello mientras escuchaba un concierto de Beethoven
o tomaba cafè con leche con medias lunas
mientras al mismo tiempo fumaba como un esfuerzo
intentando infructuosamente hacer halos o auras de humo 
Benjamin mediante.

La locura a la que me llevaba
mi amor totalmente desenfrenado por Valeria B.
me condujo irresponsablemente 
a tentar los màs obscenos y descarados trìos con ambas
fracasando de la manera màs
salvaje y miserable.

No obstante, aquellos amorìos presuntamente romànticos
continuaron durante un cierto tiempo
hasta que ambas damas
me mandaron a la misma mierda
y continuè sobreviviendo vendiendo extinguidores de incendio
en los comercios y consorcios citadinos
y tratando de terminar
de una vez por todas
la carrera de Letras
mediante frìas monografìas de 
antiguos poetas
que 
ya nadie leìa
ni recordaba
ni siquiera los acadèmicos y
eruditos 
que componìan aquella
honorable casa
de estudios
en la cual vaguè durante muchos años
como si fuera una especie de Emile Cioran cualquiera
y no un joven y pobre estudiante
que nunca tenìa una maldita moneda en el bolsillo.

domingo, 28 de enero de 2024

curso poesia narrativa domingos caballito

 Aventuras en el Microcentro profundo 


Ya te echaron?, preguntò mi padre.

No, no me habìan echado pero me comì, en cambio,
flor de sumario administrativo.
La cosa sucediò asì:
pero para què diablos profundizar en materias tan desagradables
y francamente penosas.

5 años estuve en el paraìso burocràtico 
por las noches
rodeado por pilas de libros (yo mismo habìa creado mi propia biblioteca
de la que sustraìan libros sin mi permiso, quiero decir que se los robaban
cuando yo no estaba).

Aquellas pilas de libros llegaban desde el piso hasta el techo
(aunque debemos admitir que el techo no era demasiado alto)
y yo me enfrascaba en su ardua lectura
al tiempo que escuchaba a Bach mediante mi telèfono celular.

Agora que lo veo a la distancia temporal
aquellos fueron 5 años de absoluta felicidad:
pido disculpas a quien se sienta ofendido por mi franqueza:
en efecto, aquellos buròcratas pretendieron convertirme en una especie de
ñoqui 
o algo peor: las empleadas entraban sin golpear la puerta a mi cubìculo u
oficina, o como diablos se denomine ese lugar
vagamente siniestro;
por otra parte o en cambio, los empleados de seguridad privada
extrañamente eran los màs educados, en la puerta de entrada:
me saludaban amigablemente
a diferencia de algunos empleados como indicaba unos versos
màs arriba, que ni siquiera se dignaban saludarme o responderme el saludo
mientras escuchaba a Juan Sebastiàn
absolutamente extasiado: realmente, aquella mùsica daba sentido a la vida;
a menudo me decìa que, si no existiera Dios, me alcanzaba y sobraba
con la existencia de Bach (por supuesto que
Dios existe, los que no existimos somos nosotros, meros fantasmas onìricos o
cinematogràficos).

Lo que tiendo a narrar solìa suceder
por las noches, alrededor de las 8 pm 
hasta las 10 pm
aproximadamente.

El resto del dìa 
daba clases particulares a los efectos de ganarme el sustento, parar la 
olla. O de lo contrario, en su defecto, me recostaba
con una o màs jòvenes en la oscuridad
al solo objeto de tener un orgasmo
y luego quedarme dormido allì mismo
con el riesgo de que me sonsacaran
los pocos ahorros que tenìa.

Mis pocas finanzas iban menguando, evidentemente, debido
a toda clase de gastos indudablemente superfluos: libros, camperas de cuero, 
sacos varios, zapatos de toda ìndole y material, sombreros y gorras varias,
camisas floreadas
como si no se tratara del rol de catedràtico engañado
sino de un turista en ciernes
que se dispone a viajar
hacia el Caribe profundo.

 Ademàs o por otra parte,
tenìa una facilidad absoluta o humildemente extraordinaria
para hacerme 
de toda clase de enemigos màs o menos acèrrimos
en especial entre la mafia psicopedagògica o
simplemente escolar.


Con una habilidad fuera de lo comùn
en poco tiempo me ponìa en contra a los directores màs
autocràticos, màs autoritarios y tristemente funestos
que procedìan acto o renglòn seguido
a hostigarme al solo objeto que yo renunciara
a la corta o a la larga
sin ninguna clase de indemnizaciòn por ello
ya que habìa sido derogada toda especie de reparaciòn
mediante un decreto presidencial de
extrema 
urgencia y necesidad  
(aunque algunos jurisconsultos afirmaban sagazmente no haber
ni lo otro ni lo uno: ni urgencia ni necesidad alguna, pero en fin).

Estaba condenado aparentemente
a ponerle los puntos a toda clase de otarios
esquivar, soslayar
giles de lecherìa
que fungìan como directivos 
subrogantes, a pesar de ser obviamente
bàsicamente incompetentes, ineptos hasta decir basta, hasta la
nàusea.

Se la pasaban discurseando y llenàndose la boca
contra la violencia de gènero
pero cuando ocurrìa un caso concreto de violencia de gènero o
maltrato laboral  (el subrayado es mìo)
no hacìan absolutamente nada 
salvo estigmatizar, culpar al denunciante o vìctima,
patologizar, en fin, focalizar en èl
tal como sucede en "El Proceso" de Kafka Franz
(versiòn cinematogràfica de Orson Welles).

Còmo escapar a esas penurias de manera medianamente eficaz?

Un email al supervisor de turno o màs bien de àrea
era fundamentalmente estèril: solìan producirse màs represalias:
actas, falsos testimonios de alumnas supuestamente acosadas (?) 
sumarios administrativos manifiestamente armados, fraguados
etc.

Para què ahondar en estas tristes materias?
Si realmente fueron los años màs endiabladamente felices
de mi vida: por las noches concurrìa a las porteñas milongas
al solo efecto de bailarme unos buenos y rumiantes tangos
y bailar con las bellas entre mis brazos
alegres milongas y cruzados valses y santafecinas cumbias.

O sino, encamarme con dos mujeres a la vez 
en coquetos departamentos o, en caso contrario, en los màs
sòrdidos tugurios u hoteluchos, por lo general,
cercanos a la estaciòn del tren.

Por eso mis finanzas se iban complicando inextricablemente, empero,
no podìa desembarazarme de ese potente vicio, la droga màs implacable:

el Sexo 

que 

con sus lìmpidos orgasmos

inexorablemente

me podìa. 


viernes, 26 de enero de 2024

profesor particular literatura poesia Caballito

 Ya no existen, por cierto, aquellos seres

que conmovieron nuestra existencia
con su sapiencia
con su savoir faire
en fin, con su tierna sabidurìa experiencial 

que como una tarde se deslizaba impunemente rumbo a inciertos
quehaceres: la cocina como espacio fundamentalmente feminista:

eso no es todo, por supuesto: consideren las tardes en el patio de la escuela
hoy devenida parque pùblico merced a una cierta sociedad de fomento
o simplemente anònima, con su limitada responsabilidad
obviamente a los efectos que no agredan
el patrimonio propio:

las tardes en los juegos para niños, en el arenero, no obstante (por no decir "pero")
subsisten esas palmeras centenarias, esas palmas
que no vienen al caso 
o acaso sì:

hoy ya no pero yo recuerdo perfectamente que
en la ya lejana dècada de los 90
detràs de los arbustos mientras los automòviles pasaban por la Avenida
Independencia (què paradoja, deuda externa mediante)
nosotros procedìamos a determinadas fellatios
punto aparte

ello sucedìa con Liliana Q.
mientras me miraba a los ojos
y yo la miraba a los ojos
imàgenes ciertamente de cierto sometimiento si asì lo interpretan
pero tambièn, por què no, de ternura
en las noches de verano

en aquella època en que no tenìamos una sola moneda partida por la mitad
y en que las plazas y parques pùblicos 
NO ESTABAN CERRADOS AL PÙBLICO
SÌ, ESTOY GRITANDO
por momentos detesto los medios tonos seguramente heredados
teatralmente, realìsticamente, de la Dictadura del 76
como iba diciendo:

las plazas eran nuestra salvaciòn ya que los hoteles y transitorios albergues
siempre fueron màs o menos caros (caro, cara, un ojo de la cara)
entonces, allì estaban los arbustos, los àrboles
toda aquella jardinerìa, toda aquella vegetaciòn,
esa oscuridad salvìfica 
para nuestro deseo siempre acelerado
vertiginoso y vertical
u horizontal
por momentos

suena Bach y yo me sumerjo en los recuerdos
como si no tuviera otra cosa que hacer
màs que recordar
los viejos almacenes
que nos vendìan cervezas
tomadas en las plazas pùblicas
con mi amigo
Asdrubal Sebastian Carreño
(dònde andarà mi gomìa Asdrubal?
habrà muerto a causa de la locura
se habrà suicidado como mi condiscìpulo 
Alejandro Acobino
el existoso actor y dramaturgo?).

Todos han muerto, mis amigos, fatalmente:
muriò mi gran amigo Federico Herrero, el genial dramaturgo
con quien, en las noches de invierno
o de verano
sorbìamos enfrente de Plaza Dorrego
unos sabrosos copetines o dignos brebajes
mientras admiràbamos pasar a las bellas muchachas
que amenizan la vida
como dirìa Roberto
Arlt (cargando la voz en la ele).

Asì y no de otra forma pasa la vida:
al ritmo de Juan Sebastiàn Bach
al ritmo de los autos que pasan
y de los vecinos y encargados que
en la vereda
actualizan su chismografìa.

poemas narrativos argentinos

 Mientras morìa nuestra madre en el Hospital de Oncologìa en 1982


Tomàbamos tè con limòn al tiempo que escuchàbamos a Juan Sebastiàn Bach
o miràbamos series policiales en el aparato de televisiòn
o simplemente dormìamos la siesta
o concurrìamos a la escuela primaria (jornada completa)
o veìamos pelìculas de terror clase B
o se desarrollaba la Guerra de Malvinas
-prolegòmenos de la caìda de la Dictadura cìvico-militar-empresarial
o jugàbamos al tenis en el frontòn o en las canchas de River Plate
(le alcanzàbamos la pelota a la joven Gabriela Sabattini)
o tomàbamos clases con Jhonny para ingresar al Nacional Buenos Aires:
nos hablaba de Jhonny Tedesco y el Clù del Clown
o soñàbamos con jòvenes desnudas cuyas miradas y cuyos pezones nos anonadaban, nos hipnotizaban:

miserablemente fracasamos en el ingreso al Nacional Buenos Aires
a pesar de que habìamos leìdo Juvenilia en las noches de invierno
y nos identificàbamos con su joven protagonista
pero lamentablemente debido a una pèsima estrategia didàctica
no logramos el puntaje requerido
no entramos raspando, por un pelo de punta:
desarrollamos los temas correspondientes
incluso nuestro futuro ex colega de al lado pispeaba nuestro examen
pero todo fue inùtil: por màs que desarrollàsemos los temas
fracasamos extraordinariamente a causa de una incorrecta estrategia:

nos enfrascamos en el estudio de la Historia argentina
(que conocìamos al dedillo)
pero descuidando la matemàtica, la euclìdea geometrìa,
la gramàtica castellana, la argenta geografìa incluyendo la ruta 2.

El inicio de la Guerra de Malvinas nos encontrò semidormidos de mañana
frente a una lluvia minuciosa de papeles blancos y rollos de cocina
o de blanco papel higiènico que caìa de los balcones
junto con gritos, aplausos, sonrisas
como si no se tratara de una guerra sino del Mundial de Fùtbol de 1978.

Mientras madre fallecìa interminablemente en el Hospital de Oncologìa
una guerra se desarrollaba a diestra y siniestra, especialmente una guerra
mediàtica, psicològica,
consistente en colectas colectivas que duraban horas y horas 
conducidas por cèlebres locutores y conductores televisivos
o radiales:

artistas, jugadores de fùtbol, personas comunes, todos colaboraban
con sus joyas, con sus pocos dineros, ignoràndose hasta el dìa de la fecha
què catzo se ha hecho de todo ese dinero patriòticamente recolectado:

hoy sabemos a ciencia cierta que los jòvenes conscriptos 
nuestros Hèroes de Malvinas
fueron asesinados
los mandaron al muere como carne de cañòn
frente a las grandes potencias imperialistas, neocoloniales,
bàsicamente anglosajonas
como si eso pudiera salvar a la dicha Dictadura 
que se caìa a pedazos: no obstante, la Plaza de Mayo estaba
totalmente llena de gentes que vivaban al Dictador
al Torturador y sus adlàteres, sus secuaces
y victimarios
quienes asesorados durante años
por militares franceses y norteamericanos
se dedicaron a torturar y desaparecer durante años
a una parte de la poblaciòn civil
en unos de los peores genocidios que se conocen en la Historia moderna
o contemporanea.

Madre agonizaba mientras tanto
en el dicho Hospital oncològico
sito en el Parque Centenario.

No habìa nada que hacerle: la ciencia no podìa hacer nada 
frente a los agentes cancerìgenos que se derramaban 
por toda la joven organicidad materna
como si no se tratara de nuestra joven madre (36 años)
sino de una materialidad corporea
que debe nutrirnos 
impunemente.

El fin de la Dictadura dio paso a la Democracia y a la Primavera alfonsinista:
con el agravante que el radical gobierno heredò el desastre econòmico 
producido por la susodicha Dictadura:
Deuda externa
Deuda privada estatizada
Fuga de capitales
Especulaciòn financiera
Inflaciòn desorbitada
Desindustrializaciòn
Destrucciòn del aparato productivo 
etc. etc. etc.

Para entonces
Madre ya habìa muerto
hacìa mucho tiempo.