los grandes o pequeños poemas que nos hablan del mar
el mar que amabas siempre en medio de habitaciones de paredes blancas y desnudasa veces descascaradas
y grandes espejos enmohecidos que parecìan mirarnos
desde otros mundos
la tristeza nos unìa y el silencio
en medio de las grandes pizzerìas de fines de siglo
repletas de humo y comensales sinuosos
llenas de rumores y palabras y gritos y carcajadas
el silencio nos unìa
en medio de los grandes salones de baile llenos de parejas de bailarines
y de espectadores sentados en las grandes mesas que rodeaban la pista de baile
y de varias mozos y mozas que caminaban raudamente con sus grandes bandejas plateadas
en busca de un parroquiano famoso
munido de grandes dineros
que seguramente dejarìa arriba de la mesa
suculentas propinas
nos sonreìamos en medio de muchedumbres en las calles cèntricas
o en medio de los grandes barrios residenciales vacìos
rodeados de grandes y altos àrboles centenarios
que rumoreaban segùn el viento
lloviznas y murmullos
y extraños murmurios antiguos
nos besàbamos mediante interminables y antiguos òsculos
cuyo gusto es indescifrable
y tambièn bailàbamos en medio de la pista
en su centro exacto
en medio del torbellino de bailarines
que se desplazaban como grandes constelaciones o mirìadas
en contra de las agujas del reloj
como un huracàn de bailarines
un tornado de bailarines
vagamente milongueros
arduamente tangueros
y asì transcurriò nuestra juventud:
en medio de salas y pizzerìas llenas de humo y amplias carcajadas
entremedio de multitudes de parejas de bailarines
y en medio de pequeñas piezas de mùsica
y de habitaciones llenas de gemidos y murmullos y aullidos
y de toda clase de extraños sonidos y ruidos
que desafìan toda explicaciòn cientìfica
o de las otras.
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