sábado, 17 de mayo de 2025

poesia narrativa en buenos aires capital federal

 Rock puede ser bailando en el boliche llamado museo rock

(¿museo rock? què nombre màs raro, ¿què tendrà que ver el rock con un museo?)
o sino en lugares como escuelas (por la noche) la escuela de noche, museo
rock. En fin, bailando rock con las pendejas màs hermosas y con las jovatas

màs lindas de de aquellos lugares: dando vueltas y vueltas sin parar y locamente
descerebrados y màs o menos pulcros; las pendejas hermosas con sus faldas, en sus
vestidos floreados, con sus musculosas o remeras que les remarcan sus tetitas, sus
pezones: girando y tirando pasos, figuras de baile o penales, en fin, bailando sin parar!

Droga, a veces: nevados en medio del baile y los bailarines husmeando, olfateando esa
marihuana sabrosa, mi novia de entonces, bellamente rockera y drogadicta: Alejandra,
una piba pierna, una mina gamba, que volvìa relocos a los turritos, con sus ojos verdes

y su pelo rojo como una llamarada roja y fugaz. O bailàbamos tango en La Viruta o en Grisel
al comienzo del baile, cuando no habìa nadie en la pista y tenìamos toda la pista para
nosotros 2 (una novela de Nèstor Sànchez) y encima entràbamos gratarola a esa hora.

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