Por un lado, amo ardientemente a las mujeres:
me atraen estètica y sexualmente
especialmente las màs jòvenes.
Por otro lado, las detesto cordialmente
no me gusta para nada en general
su manera de ser
en el plano, digamos, moral.
Todo mi ser se debate u oscila
entre esas 2 actitudes
en una especie de debate dilemàtico
que me hace la vida imposible de sobrellevar
debido a esa contradicciòn.
Todo mi ser orbita
alrededor de esos cuerpos refulgentes:
solo mirarlos me llena de dicha
al tiempo que no aguanto
su intolerable belleza.
Porque la belleza puede llegar a ser
francamente insoportable.
Yo en las tardes de verano
me siento en un cafè cerca de una ventana
a contemplar a las bellas que pasan
y que al verme
dan vuelta la cara
o me miran con desprecio
porque ya soy viejo
mientras me tomo una coca cola con hielo
y o me como un tostado de jamòn y queso
al tiempo que cada tanto hojeo un libro ùltimo modelo
o me remonto a mis tiempos pasados
cuando fui joven y extensamente feliz
aunque por aquel tiempo
desconocìa esas circunstancias
aquellas calidades.
Pido perdòn a diestra y siniestra
pero no me declaro culpable.
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