viernes, 19 de enero de 2024

Tesoro divino

 de mi juventud perdida, milongueè hasta altas horas de la noche

o parado en la barra de estaño tomaba toda clase de brebajes
de esta manera, copeteado y encorbatado irrumpì en los màs elegantes
salones de baile, de la mano o entre los brazos de las mujeres màs bellas
del barrio aquel: o sino bàsicamente sentado en una mesa con mis amigos
me dedicaba a admirar a los demàs bailarines
mientras daban vueltas por la palestra

asì pasè las noches de mi juventud, entre la niebla y tiniebla de las porteñas milongas:
o sino encerrado desnudo en un hotel de buena o mala muerte con mi ùltima conquista
mientras fumaba un faso y me miraba por el espejo sagazmente ubicado en el techo
de la habitaciòn

o sino me entretenìa con una cama redonda giratoria

para no hablar de las màs perversas pràcticas y juegos sexuales
màs o menos sadomasoquistas
que me excitaban terriblemente
hacièndome acabar màs ràpido de lo acostumbrado

luego de hacer concienzudamente el amor
volvìamos a la pista de baile
con el objeto de perfeccionar una determinada coreografìa
o algùn paso o figura en especial

lo malo es que fumaba un faso atràs del otro
lo cual me quitaba aire para bailar correctamente

yo besaba aquellas ardientes bocas pintadas con làpiz de labio
por lo general de color carmìn o carmesì
si mal no recuerdo

en ardientes besos las lenguas se enroscaban como 2 serpientes en celo
los ojos se ponìan en blanco
y otra clase de fenòmenos o manifestaciones
paranormales, bàsicamente

todo aquello terminò hace ya mucho tiempo:
ahora los fines de semana solo me dedico a
descansar
leer novelas policìacas
escuchar jazz en el tocadiscos
escribir pseudo poemas narrativos
y recordar, lejanamente, los buenos viejos tiempos
los viejos buenos tiempos

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