viernes, 19 de enero de 2024

Plagio fallido de Bukowsky

 asì se llamaba la biblioteca cita en la calle giordano bruno

enfrente de la plaza del mismo nombre
3 años pasè allì desde 2002 a 2004
leyendo un libro tras otro
y fumando un faso tras otro
como si la juventud fuera inmortal
como si la buena salud fuera eterna

3 años jugando al ajedrez
y asistiendo a algunas fiestas a veces
los sàbados a la noche
en aquella casa hermosa
habitada por algunos hippies:
los libros se iban amontonando
junto con el polvo
en los estantes de madera
y algunas alimañas, algunos insectos:
arañas y telarañas
entre otros

3 años luego de la crisis de 2001
o màs bien durante

en aquella època dorada
no perdìa tanto jugando al ajedrez:
tenìa màs paciencia
o menos impaciencia;
tambièn estaba la tertulia de los domingos
y el gimnasio cercano, ahì nomàs,
el tren cercano
grandes torres de departamentos
y una huerta ecològica
el sonido del tren en la cercana estaciòn caballito

entonces una noche escribì:
el rumor de la lluvia
sobre la hierba
una noche
al salir de la biblioteca

intitulè dicho haiku o lo que fuere:
reflexiones sobre la violencia
reflexions sur la violence

efectivamente, eso acaeciò una noche
al irme de la biblioteca:
lloviznaba suavemente
y no hacìa ni frìo ni calor

yo volvìa a casa despuès de trabajar durante el dìa

en la biblioteca se realizaban
reuniones polìticas
las llamaban asambleas vecinales o barriales
yo escuchaba
y las pocas veces que quise intervenir
me cortaban con frases burlonas
de todas maneras, no importaba demasiado
aunque nunca supe hacerme respetar:
hacerse respetar es todo un arte o ciencia
toda una tècnica: acaso la tècnica por antonomasia
pero eso no se enseña, solo se aprende
como hacer el amor
es esa clase de cosas que no se enseña
solo lo podès aprender con la pràctica
como tantas otras cosas de la vida

habìa algunas chicas en la biblioteca
pero ninguna tenìa la pasiòn de la lectura
y yo no hacìa otra cosa que leer un volumen tras otro
mientras fumaba

la tertulia de los domingos: comenzaba a las 6 de la tarde
aproximadamente
y se extendìa bien entrada la noche
a veces hasta medianoche
mientras tomàbamos diversos brebajes
leìamos y comentàbamos lo leìdo

nunca èramos màs de 10 personas

publicamos algunas pasquines
con nuestros poemas
con nuestros cuentos y relatos

me gustaba la tertulia de los domingos y la biblioteca
pero dejè de concurrir cuando empccè a trabajar sin parar
un dìa me enterè que el gobierno municipal los habìa expulsado violentamente
quiero decir con la fuerza pùblica la policìa etc.
la ultraderecha enquistada en el poder
expulsò a mis amigos
no pude hacer nada
lo vi todo por televisiòn

se fueron a otro lado
cada tanto tenìa noticias de los libros
cada tanto veìa a algunos integrantes de la tertulia
en especial a pedro grosso
pero èl ya no escribìa:
habìa estado un tiempo en españa
trabajando para diversas empresas
cobrando en euros:
se comprò una casa
fuimos a comer una pizza
pero èl querìa irse de farra a constituciòn san telmo o por ahì
y yo ya no tenìa ganas para ociosos menesteres informales:
me habìa convertido en un tipo bàsicamente casero y familiar
pequeño burguès si se quiere
me habìa adocenado, aggiornado digamos
y con una pizza de muzzarella me conformaba:
me habìa recibido de abogado
pero no por ello habìa abandonado las bellas letras
por el contrario: ejercìa como profesor de lengua y literatura
en colegios secundarios nocturnos de adultos
donde solìa recitar hasta 20 poemas de memoria
y al terminar los alumnos me aplaudìan a rabiar

de la biblioteca no quedò nada:
sus integrantes se dispersaron como el viento
los libros se dispersaron a los 4 vientos

cada tanto veo a pedro grosso:
se dedica a vender libros usados
con lo ahorrado se comprò una casa
ya no escribe
y el presente y el futuro
se volvieron pasado

cada tanto paso por la biblioteca:
donde estaba, ahora hay un edificio de departamentos
pero yo paso (cuando paso) los domingos
y no hay nadie en las calles por la mañana
solo una feria de frutas y verduras
sobre la calle giordano bruno
pero hay pocos clientes
y sigo caminando
aunque me saludan y ofrecen
distintos productos alimenticios
a un precio màs que razonable

y como siempre la calle empedrada
continùa llena de hojas de los àrboles
que el viento insiste en barrer
como hace miles de años
quizàs

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