viernes, 19 de enero de 2024

A la manera de Bukowsky

 durante la consabida cuarentena, condenado a la soledad màs extrema

habìa sido atrapado por el vicio de la prostituciòn: un vicio caro y peligroso
que ponìa en serio riesgo mis ya agotadas finanzas: no podìa controlarme: una vez por semana
harto de la televisiòn, de leer libracos, del ejercicio fìsico y de la masturbaciòn sistemàtica,
como un poseso me ponìa a observar pàginas de prostitutas jòvenes y no tanto,
en busca de una dama que accediera a mis màs oscuros y viscosos deseos
a cambio de un precio cierto en dinero màs o menos razonable


en lugar de servir a una causa idealista y polìtica
o a sociedades de beneficencia y caridad,
me revolcaba entre las sàbanas a todas horas del dìa
con una señorita joven, desnuda y desconocida
y cabalgàbamos peligrosamente juntos en busca de extrañas sustancias
entre sonrisas y gemidos obscenos


en la penumbra refulgìan los 2 cuerpos desnudos
buscando el orgasmo màs sabroso
o conversando de cosas banales y pasadas
mientras en todas partes acechaba la muerte màs insidiosa


al sonar la hora o incluso algo antes
las damas partìan como habìan venido
dejàndome otra vez en la soledad màs constante
la cabeza entre las manos


poco despuès volvìa a enviar mensajes hacia los 4 vientos
en busca de otra desconocida
a los efectos de lanzar un rayo viscoso
y luego intercambiar algunas palabras
en una especie de conversaciòn màs parecida a un monòlogo o dos


luego de un tiempo, el dineral gastado comenzaba a roerme las entrañas por el remordimiento
pues los gastos se iban acumulando desaprensivamente:
indudablemente, debìa dejar la prostituciòn asì como habìa dejado el cigarrillo
y los kioscos de golosinas: ahora
debìa dejar estùpidamente de estudiar las pàginas de rameras
que se contorsionaban en extrañas posiciones vagamente sexuales
con el objeto de seducir a los incautos y curiosos onanistas:
ello para no hablar de los ladrones y otros delincuentes que investigaban
donde meterse durante las noches o el dìa incluso, en virtud de ciertos ardides o estratagemas defraudatorias
por lo cual no serìa raro estemos en presencia de un complot de ladrones, policìas y cortesanas


eso no es todo: cabe agregar toda clase de enfermedades viròsicas o infectocontagiosas
que nos situaban al borde de la muerte: sin saberlo:
la concurrencia a bailes estaba sabiamente prohibida
mientras sonaba Chopin

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